No ser bastante para ella. Para protegerla. Para amarla. Erwin no era bastante para Alexis. Siempre lo había sabido, desde el inicio, pero había aprobado olvidar este detalle, esconder esta nota falsa en un lugar oscuro de su mente. Para disfrutar su relación sin sombra. Durante todo este tiempo, estos años de felicidad, había vivido en una mentira.

Obviamente Erwin no era bastante. No bastante fuerte, no bastante cariñoso, no bastante comprensivo, no bastante hecho para la hija de Ares. Ella lo había hecho entender bien.

Esta vez fue la de más. En este combate que herrió a Erwin, Alexis declaró que no podía soportar el miedo a perderlo cada vez. Cada vez.. Como si hubiera luchado contra monstruos todos los días… En su camilla, en la enfermería, Erwin escuchó sin entender o sin querer entender. Las lágrimas en los ojos de Alexis le confirmaron que la semidiosa no quería continuar escribir la historia. Su historia. Y así, Erwin se quedó en su dormitorio provisional, solo. De una manera, estaba contento de estar en la enfermería, porque su corazón era roto.

La vida de Erwin no tenía interés. Sin Alexis, no funcionaba nada en el cuerpo del hijo de Poseidón. Su cabeza era vacía y su corazón perdido. Erwin se sentía como un niño olvidado por su familia en una estación inmensa, si nadie para guiarlo. Y que en esta estación hiciera frío, como el reflejo del frío en el cuerpo de Erwin. Perder Alexis era perder el sol de su vida.

Lo peor era seguramente el hecho de ver Alexis en cada rincón de calle, detrás de un árbol, al lado de una fuente en Kolonaki… Erwin la veía por tada parte y eso lo hacía sufrir cada vez más. El dolor formaba parte del mundo de Erwin ahora. Poco a poco, su luz se apagó.

Hasta un día, un jueves de lluvia, algo triste como Erwin lo estaba. Este día, un sátiro vino a encontrar al semidiós, explicándole que Chiron necesitaba su ayuda para una búsqueda. ¿Porqué él? Erwin no entendió directamente el interés de su intervención, pero el mensajero precisó que la búsqueda concernaba un problema de Poseidón y que Chiron sabía de buena tinta que Erwin tenía las competencias necesarias desde búsquedas pasadas.

Dos semanas después, Erwin estaba en un campo, por la noche, con una Alexis calladora. Los latidos de su corazón le dejaron sordo desde el inicio de la famosa búsqueda. La atmósfera era pesada y llena de cosas calladas.

Quizás fuera por eso que, a la llegada de un monstruo, Alexis no estaba lista. La pata velluda del Minotauro brotó hacia la semidiosa con velocidad. La escena se desarrolló el ralentí frente a Erwin. Sus músculos reaccionaron solos. El hijo de Poseidón se propulsó sin reflexionar.

Un grito le escapó a Alexis mientras que Erwin se quedó mudo. Alrededor de su cabeza, el polvo volaba en el viento nocturno. Y una espada traspasaba su abdomen, un arroyo de sangre formándose lentamente boja de la hoja. Erwin osciló y cayó en el suelo de tierra.

Alexis se acercó, apretó el semidiós en sus brazos. El rojo se extendió entre sus dedos y sus lágrimas sobre sus mejillas.

“Erwin…”

Su voz vaciló. Se quebró en un sonido perdido en el aire de la noche. En la oscuridad, la hija de Ares buscaba la luz de la mirada de Erwin. Se enganchó a esta luz tanto como lo podía.

“Erwin. ¡Qué tonto eres! No me… No me dejes…”

Una sonrisa triste apareció en los labios ensangrentados del semidiós. Su respiración era siblante, difícil. Pero en su cuerpo él sentía algo agradable, caliente, como un fuego suave. Puso su mano en la de Alexis.

“Por primera vez, fui bastante.”

Alexis no entendía. Lloraba sobre la piel de Erwin.

“No llores así. Por favor, mi amor… Sé que ya no me quieres, pero yo nunca te olvidaré. Sabes… A los dioses les había pedido que si me moría fuera para ti, solamente para ti.”

Sus ojos se destiñeron, su aliento se calló y su vida se escapó en sus últimas palabras que Alexis recogió en su corazón, roto por segunda vez.

“Fui bastante… para ti.”